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En vacaciones solemos estar más abiertos a decir sí, a disfrutar de las personas con las que estamos, de los planes que hacemos, de nosotros mismos.

¡Qué lujo cuando hacemos todas esas cosas que nos gustan!…Cuando nos vamos a pasear por la orilla de la playa o por el campo, cuando estamos metidos de lleno en esa conversación, cuando reímos sin parar con los amigos… nos sobra todo lo demás!

Nos sobra todo lo demás porque estamos abiertos a Ser, estamos en el puro presente. No hay ni pasado, ni futuro,… sólo existe esa conexión con nosotros mismos, con el sentir del agua y de la arena bajo los pies en cada paso por la orilla, el escuchar el canto de los pájaros en nuestro paseo, el sentir que hay una burbuja en la que estás metido con la otra persona en esa conversación, en la felicidad que te embarga con esas risas…

Y como todo ello te hace sentir muy bien, estás receptivo a seguir diciendo sí a lo que al salir del trabajo en tu vida cotidiana dirías “noooo” por pereza, porque estás cansado, porque mañana hay que madrugar…

Mañana hay que madrugar, mañana hay que trabajar, mañana hay que…

En vacaciones ya se verá «lo que hay que» mañana, en vacaciones sólo importa el ahora. Y ese ahora marca la diferencia.

Ese ahora lo tienes ahora, en este preciso momento: en el desayuno con tus hijos antes de llevarles al cole con las prisas, en la llamada de trabajo, en la persona con la que estás hablando al comprar el pan, en el árbol que ves por tu ventana o en los que te esperan en el paseo con tu perro o en aquel que das simplemente porque te apetece,…

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